viernes, 25 de marzo de 2011

Pediculosis



Para MariMontes


Es devastador.
 
Cuando yo recibí la comunicación del colegio donde me notificaban que debía mantener a mi pequeño ángel en cuarentena hasta que lograra erradicar la PEDICULOSIS de su lacia cabellera no entendí.
 
¿Pe-di-cu-lo-sis? ¿Pediculosis? Pero si esta niña no tiene nada en los pies. Búsqueda afanada en http://www.rae.es/rae.html y sale:
pediculosis. (Del lat. pedicŭlus, piojo).
1. f. Med. Enfermedad de la piel producida por el insistente rascamiento que motiva la abundancia de piojos, sobre todo de los piojos del cuerpo. Sus caracteres principales son las estrías del rascamiento y un color oscuro del tegumento.

¡¡¡QUÉEE!!! ¿Abundancia de piojos? ¿Marcas? ¿Rojeces? Te-gu-men-to ¿TEGUMENTO? ¿Mi tesoro tiene un tegumento? http://www.rae.es/rae.html
tegumento. (Del lat. tegumentum).
1. m. Biol. Órgano que sirve de protección externa al cuerpo del hombre y de los animales, con varias capas y anejos como glándulas, escamas, pelo y plumas.
¡Dios! ¿Quésesto? ¡Pero si mi hijita santa no tiene escamas, mucho menos plumas! ¿Qué hago? ¿A quién llamo?
 
–Aló, señorita por favor comuníqueme con el Dr. Rasquin ¡es una emergencia! … Alberto, perdona que te llame así pero es que acabo de recibir esta circular del colegio… Es horrible… pediculosis… escamas… plumas…¡tegumento! ¿Eso es grave? ¿Te la llevo?
¿Va a morir? ¡Ay, Señor, y por unos pinches piojos!
 
Estoica sufrí las carcajadas del insigne pediatra, heroica aguanté los resuellos con los que intentaba recuperar el aliento. No lo logró, al menos mientras duró mi paciencia, mi santa paciencia. Entonces, tranqué.
 
Nunca nada me reanimó, sólo alcancé serenar el susto. Nada me consoló porque,
a pesar de lavarle la melena a la niña todos los días, a pesar de lavar todos los días
mi cabeza -que para ese entonces llevaba con el pelo cortiquitiquitico- aún siguiendo
los tratamientos más cochambrosos como frotar el cuero cabelludo con aceite de ricino
o de oliva o de coco; aceite con azufre; infusión de eucalipto y limón; trementina con sal; vinagre sola, vinagre con aceite de árbol de té; champú con aceite de árbol de té; enjuagar con agua hirviendo, a pesar de todo esto los piojos siempre volvían.
Debo aclarar que recurrí a estos artificios después de haber probado los champuses
y enjuagues –todos- existentes en los anaqueles de cada una de las farmacias capitalinas.
 
Siempre pasaba lo mismo: La niña se rascaba la cabeza; llorábamos a mares aferradas en estrecho abrazo; probábamos el tratamiento del mes; todo un éxito, matazón de piojos, liendres y cuero cabelludo; dicha total hasta el mes siguiente cuando se reiniciaba el ciclo. Lo más desconcertante es que ella dormía apuchungada con la abuela una, dos y hasta tres noches a la semana y no había contagio en cambio a mí, que no me le acercaba sin ponerme el gorro de baño me caían todos, cosa horrible, en especial cuando se es persona que trabaja, que va a reuniones y que desarrolla la obsesión de creer que en plena conferencia los piojos van a abandonar su recinto natural para aventurarse a pasear por la frente, las orejas, el cuello y otras inmediaciones.
 
Lo asombroso es que, así como llegaron, así se fueron. Como en una especie de deserción escolar, al pasar al bachillerato los bichos abandonaron nuestros resentidos cueros cabelludos para siempre.
 
Otra extravagancia de la naturaleza.
 
 
@AnaBlackLl

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