viernes, 21 de enero de 2011

Mi paltó



Antes que nada, y para que sepa de qué va esta, quiero aclararle Sr. Presidente, que no insista en mandarme a lavar el paltó porque lo tengo limpio. Limpio, limpio, limpio. Si quiere ya puede dejar de leer porque lo que sigue es el por qué y, sabemos que a usted eso del pensamiento ajeno le hace, lo que diría una señora decente: “Plin”.
 
Verá: No voté por usted, eso ya dice bastante de mí y no lo hice porque –con todo respeto a aquellos que se lo merecen- los militares, acostumbrados a imponer la autoridad y las ideas a como dé lugar y por encima de todo razonamiento, siempre me han dado, cuantimenos, cosita. Imagínese si le iba a dar mi preciado voto a uno que además era
golpista. ¿Eh?
 
Tampoco voté por Caldera en todas sus entregas ni por el insepulto Carlos Andrés. No le dí mi voto ¡Dios me guarde el lugar! a Lusinchi y de Luis Herrera ni me acuerdo. Siempre fui a mi centro de votación, hice la cola, me embadurné el dedo y voté nulo. Es decir, hasta que apareció usted fui una Ni-ni incorregible, seria, estable y confiable.
 
Nunca he ocupado cargo público, ni detentado el poder ¡ni siquiera en mi propia casa! Tampoco he manejado dinerito que no fuera mío (excepción hecha de las rascabuchadas que alguna vez efectuara a la alcancía de mi –para ese entonces- menor hija pero siempre con fines nobles como, por ejemplo, comprar jamón y queso para le cena).
 
A duras penas, pues debido a una deficiencia genética todavía sumo con los dedos, he logrado administrar mis ingresos, con lamentables resultados. Es por ello que no tengo riquezas acumuladas, es más, si no trabajo, no como y, como gracias a la crisis en la que ahoga al país su pésima gestión, casi no tengo trabajo, o sea, de vainita como. Por ahí estoy inmaculada.
 
Cuando manejo no me estaciono sobre la acera, le doy paso a los peatones y evito congestionar el tráfico por malos cálculos. Si ando a pie cruzo por el rayado, peleo con los conductores insensibles y sólo me bajo de la camionetica en las paradas oficiales. Debo confesar que me como la luz roja o cruzo por la mitad de la avenida cuando no viene nadie.
 
Practico la mentira blanca casi a diario pero, de todos es sabido que esa es una actividad inocua que afecta sólo a quien la dice y cuando lo pillan, de resto…
Intento respetar las ideas ajenas, es decir, aunque a veces me cuesta y mucho, no humillo ni ofendo a mis opositores aunque me insulten. No desmerezco las cualidades de quienes no piensen como yo ni desprecio a quienes ambicionan otros destinos. Más de uno podrá dar constancia de ello.
 
No ando por ahí haciendo promesas que no he de cumplir (a no ser que cuenten como fraude “te llamo mañana sin falta” o “Te juro que averiguo y te aviso”). Mi palabra es un valor para mí. Lo que ofrezco lo cumplo aunque en ello me vayan la vida y el orgullo.
De allí la pulcritud de mi paltó.

@AnaBlackLl

jueves, 20 de enero de 2011

Murió ex dictador


Así titulaba la noticia -ayer jueves- un periódico nacional: “Murió ex dictador”.

Como si los dictadores dejaran alguna vez de serlo. Como si tuvieran un momento en su vida en que así, de la noche a la mañana ¡Zuácata! hubieran decidido ser dictadores.
 
No, no, no. Un dictador nace. Me refiero al de verdad, al autócrata por vocación,
al que desde que nace empieza a jorobarle la vida a todo aquel que le rodea, empezando por la mamá (se ha dado el caso en el que la progenitora tuvo que compartir la crianza del pequeño con la abuela como mecanismo de auto defensa unida). Así como quien termina siendo papa (también conocido como Sumo Pontífice) es porque pasó la infancia celebrando misa con los peluches, y como la que va a ser miss asume la vida como una pasarela, así mismo aquel que termina siendo dictador se inicia en la infancia atropellndo amiguitos, delatando compañeros, metiendo casquillo, desarrollando el chisme, en fin, practicando para cuando sea grande y poderoso. Sólo se puede llegar a actuar así cuando la cadena del ADN presenta uno o varios eslabones ataviados con cachucha, botas y traje camuflado. Nadie que haya nacido civil, bueno, equilibrado, justo, razonable, conciliador, en fin, demócrata, puede, de la noche a la mañana, convertirse en dictador. Y al revés, nadie que haya sido embustero, pendenciero y abusador desde bebé terminará –jamás- practicando las bondades de la democracia.

Alguien aficionado a los golpes de estado sangrientos, violentos, aterradores, tiene que haber nacido con una propensión especial a la agresión y la ira, a la prepotencia y el autoritarismo, es decir, a resolver sus asuntos personales por la nada inteligente vía del: “se hará así porque me da la gana”.

Quien maneja como lenguaje coloquial el de la guerra, el ataque y el enfrentamiento; quien usa el miedo como herramienta principal para consolidarse en su posición porque él mismo está lleno de un angustioso terror a que descubran que en realidad por dentro no lleva más que frases robadas, posiciones inconsistentes y mentiras inventadas; ese que pasa la vida tratando de asustar primero, para que no lo pillen en su vacuidad, es porque lo ha hecho siempre y siempre lo hará, hasta la chochez más vergonzosa.

Cualquier persona que practique la división del pueblo para mantenerse en el mando, que abomine a quien se le oponga, que desmerezca a quien lo contradiga es, en esencia, un dictador, como lo es quien haya sido reelecto cinco veces en comicios amañados. Amañados antes, en o después, no importa, lo esencial está en el espíritu tramposo y chantajista.

Todo aquel gobernante que le imponga a un país –como un triste show- las imágenes de él bailando, él comiendo, él discurseando, él babeando su idolatría, es un practicante activo del personalismo más balurdo, otra de las características del dictador, y esa maña, como la de pensar que todo en el país le pertenece: rentas, edificios, objetos, personas, instituciones, ideas, pensamientos, voluntades, esa maña no se quita porque es congénita.

De manera que, al referirse a la muerte de Stroessner, lo más correcto es decir: “Murió dictador”.


Publicado en agosto de 2006


domingo, 16 de enero de 2011

La Billy Tante


Hago del conocimiento público que quien escribe y suscribe no es la señora esa Ana Black que suele firmar estas entregas (seguro es un seudónimo imperialista). Les recomiendo que no se esfuercen en develar mi identidad porque, para que no me reconozcan, hasta estoy escribiendo encapuchada(do) (¡Ja!). No duraría en el partido si supieran que envío textos -aunque sea para tan noble causa- a este medio golpistasasesino. Es decir, le acabo de expropiar la identidad a esta (joven) señora con la sola intención hacer justicia, para que pueda La Billy ¡nuestra gloriosa Billy! ejercer su sagrado derecho a réplica endógena.
 
La Billy, como la llamamos familiares, amigos y otros camaradas, es una figura que ha ido cobrando cuerpo (y otros untos) desde que nuestro Comandantepresidente decidió invocarla por el bien de esta patria grannnde y boní-taaa y el de las y los miles de víctimas y víctimos que dejaron las lluvias caídas en nuestra patria socialista ¡y muerte! hace más… mucho más de un mes. Gracias a sus buenos oficios (los de La Billy), nuestro ComanPresi logró dar respuesta inmediata a los damnificados por los aguaceros que inundaron el país entero desde finales de noviembre. En tiempo record, más… mucho más de un mes después de la tragedia, ya en enero, mandó a instalar unas carpas tipo Igloo
en la cabecera de pista del aeropuerto de La Carlota, en Caracas, para que las familias tengan dónde vivir hasta que la Revolución les construya sus casitas nuevas bien bonitas.
 
Año, año y medio calcula el Comandante que se tomará esta faena; año, año y medio que pasarán padres, madres, hijos, abuelas viviendo las eventualidades de un eterno fin de semana playero en plena ciudad, protegidos por la seguridad de una semiesfera de nylon de metro y medio de diámetro. ¡Esa es obra de La Billy! Sólo gracias a ella pudo el PresiComan ofrecer solución tan digna, decorosa y conveniente para esos compatriotas.
 
También el Comandantepresidente ha hecho justicia por vía interpuesta de La Billy, al despojar de un terreno a una institución tan inútil como Cania http://www.cania.org.ve/ que se encarga de asuntos tan absurdos como atender la malnutrición en niños, niñas, adolescentes, adolescentas y mujeres embarazadas, todos oligarcas, escuálidos y, encima, desnutridos. Gracias a esta acción inmediata y de inconmensurable bondad, los damnificados que llevan más de un mes pasando trabajo a la espera de quien los atienda, dispondrán de un terreno para todavía no se sabe bien qué.
 
Gracias a las gestiones de La Billy, el Presidente Comandante, o al revés, no sé, podrá dar inicio a la instalación de un cable submarino entre Venezuela y Cuba.
 
Sólo en socialismo los damnificados pueden decir que se están comiendo un cable, submarino, internacional y socialista.
 
¡Uh! ¿Ah?
 
Nota:
Para recuperar su identidad, la Sra. Black debe presentar un reclamo formal acompañado por documentos que prueben su filiación desde 1492, tres testigos (sin capucha) y 15 timbres fiscales de Bs. Pfff 66,66.

@AnaBlackLl
 

viernes, 7 de enero de 2011

Rayma regala perritos (o seis historias de Año nuevo)



Es una buena mujer, no hay duda, alguien abandonó una caja con seis cachorros
en la puerta de su casa y ella los recogió; ahora anda buscándoles hogar. Ardua tarea siendo que, en apariencia, son lo que al vulgo ahora le ha dado por llamar, con toda corrección: mestizos. Antes, cuando poco importaba si la cédula se caía o no, a un perro sin raza definida se le llamaba cacri (cruzado de callejero con criollo) o, simplemente, callejero.
 
En mi casa vive uno. Aunque durante meses dije, vocalicé, murmuré, siempre con el más fruncido de mis ceños que: “¡No quiero perro ni en mi casa ni en mi vida!” la hija cumplió un día su amenaza y, mientras corría llaves en mano, me participó que salía a buscar su perro. Quien tenga hijos entenderá y quien tenga sólo uno entenderá mejor. Una hora después llegó el primer informe desde el carro: “Má, es bello, está un poco flaquito pero… es bello”. Eran las seis de la tarde en Caracas y venían a Chacao desde Coche (el otro lado de la ciudad), así es que el congestionamiento del tráfico le rindió para agótale inventario: “Má, es bello… está como todo pelado pero… es bello”. “Se ve tristón pero… es bello” “Tiene el pescuecito lacerado pero…” Cuando llegaron a casa y me asomé al guacal donde venía sólo pensé en dos cosas: guantes quirúrgicos y pegar la carrera.
Así era.
 
–Esta vaina se va a morir- dije para el más interno de mis fueros; a ella, queriendo ser dulce y buena por tanto amor en su mirada, sólo atiné decirle: “¿Y esto?”.
 
Al día siguiente yo había decretado que, además de agonizante, el perro estaba sordo. No bebía ni del gotero, tampoco reaccionaba al show mediático que monté a ver si al menos levantaba una ceja. Tras cinco días en el veterinario donde lo curaron hasta de http://es.wikipedia.org/wiki/Parvovirosis, el perro volvió y ahora con nombre. Se llama Kahlo porque su dueña, artista al fin, quiso conjurar con ese nombre todas las adversidades que parecían insalvables para tan pequeño cuerpito. En menos de una semana, no sólo se curó, también tomó posesión de nuestras voluntades y algunos rincones de nuestro hogar.
 
Kahlo es criollazo, es y se siente divino; pasea con orgullo sus patas de galgo, su cuerpo de labrador y sus orejas de gremlin. Saluda por igual a humanos y perros, sea cual sea la raza; salta y festeja la presencia de cualquier bicho viviente; recibe a las visitas como si fueran para él. En su genoma canino lleva la inteligencia pícara y el instinto de supervivencia de quién sabe cuántas generaciones de ancestros callejeros, batalladores. No hay quien lo ignore porque él le hace saber al mundo de su presencia y la dicha de haber superado tanta desventura.
 
La historia de Año nuevo la van a escribir al menos seis personas a quienes quisiera convencer de que, no importa cuán esperrujío se pinte el panorama, siempre, siempre valdrá la pena y será posible rescatarlo de las garras de la fatalidad.
 
Al fin y al cabo, cacris somos todos.
 
 
@AnaBlackLl