miércoles, 10 de agosto de 2011

Secuestro espsuvpré


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Yo, que creía haberlo visto, oído, sentido y hasta olido todo en materia de inseguridad, viví esta experiencia… Cómo… Cómo podría definirla… Rareta, por decir lo más, o lo menos.
 
Iba camino a una reunión; iba tarde porque en la vía topé con una manifestación de enfermeras, dos de empleados públicos, otra de damnificados y otra que –siendo la más acalorada, la que llamó más mi atención, la que detenía a transeúntes ansiosos por saciar su mórbida curiosidad, la que generó corrillos de todas las tendencias e intercambio de opiniones que parecían más bien sesiones de la Asamblea- resultó ser una protesta de militantes del Psuv. Me detuve, debo ser honesta, más que a curiosear a regodearme con aquel acontecimiento cuando, de repente sentí que todo se puso rojo y una voz que me susurró al oído: “Tranquila mmmammmita, esto es un secuestro Psuvstrés, o sea, bueno.
Si no te resistes y te calas la charla que te queremos dar, no te pasará nada, camarada”.
 
Cuando me quitaron la venda de los ojos -responsable de mi temporal y cromática ceguera- y a pesar de que había pasado muy poco tiempo, me costó adaptarme a la oscuridad del recinto. Era un salón grande y rojo, lleno de sillas rojas y un gran escenario con cortinajes rojos. De pronto, una luz cenital roja iluminó a un hombre que, vestido de rojo, apareció en una esquina del estrado y caminó golpeando palma con puño hasta el podio que también era rojo.
 
-¡Uh! ¡Ah! ¡Uh! ¡Ah! ¡Uh! ¡Ah!- Un murmullo que iba en aumento y se detuvo sólo cuando el orador, ya instalado frente al micrófono, dio el último puñetazo.
 
–Apreciados asistentes de esta gloriosa tarde, gracias por aceptar nuestra cordial invitación endógena a escuchar esta charla inductora del pensamiento revolucionario, bolivariano, marxista, leninista, democrático, cristiano, protestante, ateo, civil, militar…
 
-¡Uh! ¡Ah! ¡Uh! ¡Ah! ¡Uh! ¡Ah!- entonaban porteros, acomodadores y quitadores de vendas.
(Puñetazo) –¡Dignidad!
(Silencio sepulcral)
 
Yo creo que esa venda tenía burrundanga porque mis recuerdos son vagos, como de un disco rayado, un palabrerío que se repite y se repite aderezado por estridentes frases. Algo así como:
 
––Bla, bla, bla… ¡Mmmpatriaaa! Nnnsocialismooo y mueeerteee!
 
––Bla, bla, bla… Yo hoy le juro al pueblo venezolano…
 
––Bla, bla, bla…¡Aquí güeeeleeazufreee!
 
––Bla, bla, bla… ¡A paso de vendedores!
 
––Bla, bla, bla… No soy monedita de oro…
 
––Bla, bla, bla… Vayanalavasesepaltooo…
 
––Bla, bla, bla… prometo delante de mis hijos y mis nietos…
 
––Bla, bla, bla… Es una victoria de mierdaaa…
 
––Bla, bla, bla… Todo lo que tengo es tuyo.
 
––Bla, bla, bla… Venezuela no será colonia cubana, digo, norteamericana nunca mas…
 
––Bla, bla, bla… Dame mi habilitante…
 
––Bla, bla, bla… al soberano con dignidad en unas carpitas ahí en el aeropuerto.
 
––Bla, bla, bla… Complaciendo peticiones, les devuelvo la habilitante…
 
––Bla, bla, bla… Vayanalavasesepaltooo…
 
––Bla, bla, bla… ¡Devuélveme mi hablabatante!
 
––Bla, bla, bla… Vayanalavasesepaltooo…
 
––Bla, bla, bla…
 
––Bla, bla, bla…
 
––Bla, bla, bla…


@AnaBlackll

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