sábado, 12 de abril de 2008

¿Yo quiero tener un millón de amigos?

Ana Black



Yo lo sospechaba. Algo me decía que no lo hiciera. La vocecilla, esa a la que nunca le hago caso para después arrepentirme, me lo gritaba un promedio de siete veces al día: “¡NO!. ¡No lo aceptes! ¡Elimínalo! ¡Ignóralo al menos pero, no caigas en esa provocación! ¡¡¡Te vas a arrepentir te lo digo desde ya!!!”. Y aguanté hasta donde pude, más bien hasta que el ocio de semana santa dejó de ser frívolo compañero para convertirse en pérfido consejero. Cedí ante los persistentes requiebros y acepté una –una solita- solicitud de amistad, nada más que una para ver cómo era el asunto que tenía enloquecida tres cuartas partes de la humanidad, al menos de la humanidad que yo conozco. Ha sido el acto de desobediencia cibernética que más caro he pagado; por ese sutil movimiento de dedo, por ese click complaciente e irreflexivo, mi vida cambió… ¿Para bien? ¿Para mal? No lo sé todavía, sólo puedo decir que la transformación es definitiva o hasta que decida hacer el mismo click pero pa´tras, o sea, eliminar esta aplicación de mi computadora para siempre jamás.
Todo un mundo (raro) se abrió ante mi. Pasito a pasito fui entendiendo, clicksito a clicksito descubriendo. Empezaron a aparecer, como por arte de ciber magia, amigas del colegio, vecinas de la infancia, compañeros de la universidad. Y ¡Ay, que dicha! –como diría mi amiga Ana Carlota- encontré a Fulana, descubrí a Mengano. ¡zutano no se había muerto! De pronto, cada treinta y siete segundos llegaba una nueva solicitud de amistad a mi buzón y en desbocada carrera por ver quién era aceptado llegaron ex alumnos, primos lejanos, tíos cercanos, amigos de mi hija, compadres perdidos, ahijadas olvidadas, amores incurables, malos recuerdos, divinas evocaciones, romances suspendidos, personas olvidadas, desconocidos simulados que juran que me conocen y, si no a mí, al menos a tres de mis amigos. “¿Y cómo lo saben?” pregunto asombrada. “¡Porque lo ven en tu lista, Má y te roban los amigos” responde Marisabidilla desde su mundo paralelo, es decir, el ipod.
Pero seguí. Cuando me llegó el primer Best wishes me conmoví y se lo devolví como siete veces a la misma persona porque no entendía cómo funcionaba. Dejé de hacer el mismo envío cuando me distrajeron dos solicitudes de Candy bars, una de Heart y cuatro de Kiss or hug. Quise responder con una picardía a esta última solicitud y a una sola persona pero, cuando me di cuenta, se lo estaba mandando a las treinta y cuatro almas que para el momento conformaban mi lista, en mi desesperación pinché y pinché y pinché para ver si se detenía el envío y –comprobé después- lo único que había logrado había sido que cada persona, incluida mi cándida y tierna sobrinita, recibiera el mensaje unas cinco veces… como por no dejar, pues. No había terminado de lamentar el suceso cuando entraron dos solicitudes para Good karma y una invitación de grupo. Como todavía era semana santa y no había divisado el horizonte de eventos, llena de entusiasmo abría cada solicitud y a todas decía, plena de entusiasmo: ¡muérete que yes! Y me siguieron llegando, siempre en inglés 1 invitación a descubrir qué color soy, 3 para averiguar qué tipo de sexo soy (sí, lo mismo dije yo: ¿?), 2 para el tipo de bebida (idem), 2 solicitudes a Movies, 3 de regalos de Louis Vuitton, 1 solicitud de vampiros, otra a speed racing, 6 de abrazos, 1 de My beautiful friends, 3 de Kiss kiss (así, por partida doble, de una), 1 a Sexual personality y otra solicitud a cumpleaños, como si eso se diera así no más. Llegaron por miles solicitudes de café, chocolates, matas, regalos, flores, a Love y a You are special, a Fengshui, muñecos de peluche, zapatos exóticos, galletas y, por fortuna, sólo una ración de Hashish. Solicitudes a definirme y a responder si fulano es sexy, o mengano se ve bien. Más karmas y besos y abrazos y ángeles y una repentina invitación a algo con vampiros. Recibo respuestas a comentarios que nunca hice y Aileen me regaña porque no le respondí al relato de vida que jura que me escribió y yo juro ¡por este puñao e cruces! jamás encontré. Un señor, a quien no conozco pero que es amigo como de quince de mi lista, me manda un par de rosas rojas y me pide el empate, sí, en inglés. Los varones piden que les enseñemos las lolas pero ellos no hacen ni el más mínimo intento por enseñarnos elqueteconté. Mi buzón se sigue llenando con avisos de solicitudes, con solicitudes de permisos y con permisos concedidos.
Entonces, comprendí el verdadero significado del vocablo “vorágine”. El mismo amable mundo que un par de días atrás se había abierto ante mí, degeneró en una especie de hueco negro que, instalado en la pantalla, empezó a succionarme, bueno, no a mí, a mi mente y mis ideas y mi autonomía mental y caí en lo que los astrónomos llaman un horizonte de eventos*.
Ya para este momento llevaba tres días pegada a la computadora veinte de las escasas veinticuatro que traen mis días, la lista de amigos había crecido a noventa y tres y me estaba poniendo nerviosa no poder atenderlos a todos como se merecen. Quise enviar una musiquita de mi archivo y no pude. Caí en la trampa ególatra de averiguar para quién soy importante y, una de dos, o no lo supe hacer o a nadie le importa un cuerno si existo o no. El test de en qué país debería haber nacido, me dio como resultado que ¡en China! y el otro para ver qué fui en otra vida me dijo que una mosca. ¡Coño, no hay derecho!
Con gran entusiasmo acepté jugar Scramble (un híbrido entre Scrabble y Boogle) pero, cuando vi que en su versión en español rechazaban palabras como sufridas, días y penas pero aceptaban vainas como agreta, verge, vueso y alcea pegué la carrera cibernética y, mi amor, más nunca. Le acepté una matica a una amiga querida que, tan bella, tan delicada tuvo ese gesto y me estoy volviendo loca porque ahora tengo que estar regando un jardín que aumenta cada día pero, a la vez, cada día muere porque parece que la idea es que todos contra todos nos mandemos matas y flores y unos muñequitos gorditos y a mi jardín le salieron como una ratas que creo que se están comiendo las flores porque cada día hay menos a pesar de que Ismael y OlgaK se encargan de abastecerlo a diario y, me angustia, no vayan a pensar que soy una ingrata pero ¡es que nadie me dice qué debo hacer!
¡Nadie me dice nada! Debe ser que en lo más profundo de mi ser soy más bien antigua porque sigo creyendo que son sistemas de comunicación, es decir, que si OlgaK me manda una matica yo le puedo responder como se merece: “¡Ay, amiga! Pero que detalle tan lindo. ¿Cómo se llama esta mata tan bella, que nunca la había visto?” Y ella me respondería: “¡Toche, el nombre lo tiene abajo!”. Eso lo intenté pero fue peor porque, no es que una, como señora decente que es, agradece la flor, o el abrazo, o el condón o el pucho de hashish y ya, es que cada vez que se envía de vuelta el regalo en muestra de agradecimiento, lo que le llega al destinatario es otra solicitud de lo que se está mandando ¿me explico? Afortunadamente, aprendemos rápido: ya sé que a nadie le importa si llegó o no, si me hizo feliz el envío o me dio urticaria, lo que importante es que algo salga y algo llegue constantemente.
Ya tengo ciento sesenta y cinco amigos (nada si consideramos que mi sobrino tiene casi seiscientos), apoyo a tres causas, perdí la cuenta de los grupos a los que pertenezco; he sido abrazada, besada, apuchungada y maraqueada infinitas veces; me han regalado desde chocolates hasta viajes alrededor del mundo; he coqueteado con mis sobrinos y le envié un peluche rosado a un hombre serio; me han invitado a tal cantidad de eventos que si digo que sí a la mitad voy a necesitar una beca; le he curioseado la vida a media humanidad y supongo que esa misma cantidad de gente está escudriñado en la mía en este instante y, para que no quede duda, tengo super wall, fun wall, wall y muro; recibo un mismo vídeo alrededor de cinco veces al día; siento que el frágil equilibrio químico de mi organismo puede colapsar cada vez que leo en la sección de fotografías: “Agregado ase dos horas” o cualquiera de los barbarismos oficiales del sitio o comosellame.
Pero sí, ha sido encantador. Retomar el contacto con tanta gente querida, nunca olvidada pero sí perdida en los recovecos de la vida, ha sido el gran beneficio, la gran bondad. Creo que, ahora que los tengo a todos, es tiempo de hacer el click al revés y decirle a Facebook, sin que me quede nada por dentro: “Tienes una invitación de Anablack a salir de su vida”.

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* Horizonte de eventos: es la distancia desde el centro del Hueco Negro donde la velocidad de escape, necesaria para vencer la fuerza de atracción del hueco negro, es igual a la velocidad de la luz. Quiere decir que cualquier objeto ó partícula más cercano al centro que dicha distancia (también llamada radio de Schwarzschild) debería tener una velocidad mayor a la velocidad de la luz para escapar de la atracción y no caer en su centro. Ya que según la Teoría de la Relatividad la velocidad de la luz es la máxima velocidad del universo, ningún objeto ó partícula dentro del horizonte de eventos podrá escapar de la atracción y por tanto caerá al centro del hueco negro y desaparecerá.

1 comentario:

Luisa dijo...

Ana:
Sigo pensando que eres genial !!!
Mis felicitaciones no alcanzan pa'decirte lo buena que eres!
Como ya yo era medio amiga tuya desde antes, he estado medio metida en tu rollo robertocarliano mas tiempo, asi que no le hare caso a tus instrucciones de salida, no por ahora.
Besitos,
Luisa