martes, 25 de marzo de 2008

Querida Marelvis,

Ana Black


A ver, cómo te digo. Cómo puedo empezar esta carta, ni seguirla ni terminarla, sin evitar que te de un yeyo o, al menos lograr que el soponcio -que sin duda te va a atacar- sea lo más leve posible.

Marelvis, creo que, como siempre que se trata de dar malas noticias, lo más sano es que te lo diga así de sopetón.

Chama, olvídate de salir de donde estás. Arranca para siempre de las páginas de tu agenda de vida -esa donde has anotado tus ambiciones, esperanzas y cualquier anhelo que implique mejorar tus condiciones- toda idea que suene a salir de abajo. Olvídate querida amiga, porque a partir de la semana pasada y por decreto presidencial ¡ser rico es chimbo!
Para facilitarte el trabajo te adelanto una lista de las cosas a las que no debes aspirar de ahora en adelante so pena de ser condenada por el proceso. Anota:

• Alimentar a tus hijos según las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud.
• Dormir hasta tarde los domingos.
• Salir del barrio.
• Comprarte una casita con jardín y agua que llegue por tuberías para poder regarlo.
• Curarte en un hospital donde haya de todo.
• Llevar a tus hijos a Disney.
• Tener carro.
• Pasarte unas vacaciones en el mejor hotel de Margarita.
• Conocer Madrid.
• Comprarle una computadora a los chamos.
• Ir al cine cuando te dé la gana.
• Navegar en Internet.
• Ir a Colombia.
• Tener televisión por cable.
• Comprar una acción en un club para que tu descanses mientras los carajitos se cansan.
• Tomar whisky.
• Comer salmón.
• Averiguar qué cosa es esa del sushi.
• Comprarte un jacuzi.
• Visitar Nueva York.
• Manguarear los sábados.
• Tener chequera.
• Subir al teleférico.
• Tener lavadora, mucho menos secadora.
• Celebrarle los quince años a Deisy en un salón de fiestas con música, bebidas y pasapalos para todos.
• Ir con toda la familia a conocer la Gran Sabana en una mega camioneta (tuya) y hospedarte en todas las posadas que encuentren de aquí hasta allá y de regreso.
• Comprarle a la viejita ese collar de perlas que ansía tener.
• Pisar el pico Bolívar.
• Ir al Sambil con real para gastar.
• Brindarle vino a tus amigas cuando te visiten.
• Arreglarte los dientes.
• Tener lavaplatos.
• Cambiar el colchón.
• Pasear en góndola, en consecuencia, olvídate de viajar a Venecia.
• Comprarte un edredón como el de la señora donde trabajas que lo tiene porque es rica ¡Guácatela!
• Visitar Japón.
• Poder pagar un seguro de hospitalización que te garantice cierta tranquilidad… y a los tuyos, claro está, mira que la cosa es pareja para todos.
• Mandar a Moncho a estudiar inglés a Canadá.
• Conocer el Vaticano.
• Ponerte una blusa de seda.
• Hablar francés.
• Tener tarjeta de crédito.
• Tener una sortija de oro con brillanticos.
• Ir a un spa.
• Dejar de vivir de lo que a bien tenga a (medio) darte el gobierno, o sea, mendigarás y mendigarás y seguirás mendigando.

• Y, por último, olvídate de superarte, de querer algo mejor. Destierra de tu mente la perversa idea de montar ese negocito con el que vienes soñando desde que eres pobre porque, querida Marelvis, puede ser que te vaya bien, prosperes y te vuelvas rica. ¡Cancelado, cancelado, cancelado y tramutado!

No hay comentarios: